Goleman, define la educación emocional como un concepto que incluye la habilidad para motivarse y persistir frente a las frustraciones, controlar impulsos, aprender a controlar tu humor o estado de ánimo.
Para Goleman, el CE (coeficiente emocional) puede sustituir en un futuro al CI (coeficiente de inteligencia) que ya lleva cien años de existencia. Este planteamiento se basaría en que la inteligencia es una meta−habilidad, que determina en qué medida podremos utilizar correctamente otra habilidades que poseemos, incluida la inteligencia.
Desde esta perspectiva, la inteligencia emocional es una de las habilidades de vida que deberían enseñarse en el sistema educativo. La inteligencia personal debería ocupar un lugar eminente dentro de la inteligencia emocional.
La inteligencia personal está compuesta por:
La inteligencia interpersonal, en función de la cual observamos a los demás, intentamos comprenderlos y tratamos de buscar la mejor forma de relacionarnos productivamente con ellos.
La inteligencia intrapersonal, que se refiere a la capacidad de formarse un modelo preciso de sí mismo y de utilizarlo de forma adecuada para interactuar de forma efectiva a lo largo de la vida. Para Goleman la inteligencia emocional se desarrollaría en cinco direcciones:
- Conocer las propias emociones: Tener conciencia de las propias emociones es la competencia emocional fundamental sobre la cual se construyen las demás. Es necesario distinguir entre conocer las propias emociones y el controlarlas. En la medida en que uno percibe que tiene emociones negativas que le desestabilizan tiende a actuar para cambiarlas.
- Manejar las emociones: El equilibrio emocional es el objetivo prioritario. Mantener las emociones perturbadoras a raya es clave para el bienestar emocional. Ni emociones demasiado frías, ni emociones incontroladas.
- Motivarse a sí mismo: Quizá dentro de los estudios académicos uno de los aspectos olvidados sea la motivación. Lo que realmente se necesita saber, desde el sistema educativo, es si un individuo seguirá adelante cuando se encuentre con dificultades, fracasos y frustraciones. Motivarse a uno mismo está relacionado con la inteligencia emocional en el sentido de que las emociones son un factor de motivación.
- Reconocer las emociones de los demás: La palabra empatía fue utilizada por primera vez por en los años veinte. La empatía se construye sobre la toma de conciencia de sí mismo (cuanto más abiertos estemos para captar nuestras propias emociones, más fácil nos será reconocer las de los demás) y consiste en comprender lo que otras personas sienten en diversas situaciones. La empatía, además es la raíz del altruismo (la comprensión de lo que otras personas sienten en situaciones de perturbación mueve a la gente a la ayuda) y también de la moral.
- Establecer relaciones: la competencia social reside, en cierta manera, en la forma de expresar las propias emociones. Paul Ekman llama reglas de manifestación al consenso social sobre qué sentimientos pueden ser expresados y cuándo. Estas reglas varían dependiendo de la cultura, pero las básicas y más universales son: la minimización de la expresión emocional (lo que denominamos cara de poker), la exageración (muy habitual en niños) y la sustitución (sonreír de manera forzada en presencia de una frustración). Otro aspecto importante del establecimiento de relaciones desde el punto de vista emocional es el que se refiere a la capacidad que tenemos las personas de contagiar las propias emociones. No es casualidad que la gente prefiera estar con personas capaces de transmitir energía positiva que con aquellas que muestran un estado de ánimo deprimido. Esto es una muestra de la influencia que nuestras emociones y cómo las transmitimos tienen sobre las personas con las que nos relacionamos. Es por ello que se es capaz de transmitir un estado de ánimo positivo contagioso denota inteligencia emocional por nuestra parte.
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